MEDITAR EN BICI


Pedalear sin destino, sólo conciencia en el camino.

Últimamente se está poniendo de moda la bicicleta para realizar desplazamientos en el día a día… Y nosotros decimos… ¡Qué buen momento para meditar! A continuación te proponemos un tipo de meditación particularmente interesante.

¿Cómo meditamos encima de la bici?

Todo empieza cuando nos subimos en ella. Cuando nos montamos en la bici, desconectamos de la idea de llegar a ninguna parte. Nos liberamos de ello. Desconectamos de la idea de llegar, pero llegaremos, no os preocupéis. ¡será cosa de seguir el camino!

Simplemente confiamos, nos olvidamos, vamos.. a ninguna parte. Con todo ese espacio mental libre tomamos conciencia de nosotros/as mismos/as pedaleando, del entorno al pasar… Y si queremos caminar en alguna dirección, podemos hacerlo en la dirección de la vida, dejándonos ir conscientes de ser dueños de nuestro camino con cada pedalada.

Podemos armonizarnos con los ritmos de la naturaleza cuando pasamos por la playa, por un jardín, cuando vemos un amanecer o atardecer o con un soplo de aire puro. Cuando meditamos encima de la bici pedaleamos conscientes de nosotros/as mismos/as, del camino y de las sensaciones físicas.. todo ello moviéndonos por el camino sin llegar a ningún lado.

Meditando en bici no vamos a ninguna parte, ir es el destino.

Práctica:

Meditar en la bici es conciencia de ser… Y para ello nos dejamos espacio y tiempo de conexión.

Para meditar en la bici te recomendamos que te dejes un poco de tiempo “extra” en el desplazamiento previsto. Quizá un 30% más del habitual podría ser suficiente dependiendo de las características del camino y de tu práctica con la meditación. Para meditadores avanzados, con gran habilidad con la bici, un 10% puede ser más que suficiente.

La idea detrás de dejarnos más tiempo es que nuestro inconsciente no nos despiste con apreciaciones acertadas de que vamos a llegar tarde a no sé dónde si no pedaleamos más rápido. Se trata de que podamos dedicarnos a pedalear completamente, sin prisas, nutriéndonos con cada pedalada, y sin que se nos active la supervisión de que estamos desconsiderando algo importante en nuestras vidas.

Una vez estamos encima de la bici, desconectas del llegar a ningún lado. Montar en bici es pedalear sin llegar, sólo ir. Así que vacía de tu conciencia cualquier percepción desconectada de la realidad del entorno y los acontecimientos a través de los que transitas. Y sobre todo de los pensamientos relacionados con tener que llegar a alguna parte.

Durante los primeros minutos puedes tomar conciencia de ser. Para ello, al pedalear puedes repetirte mentalmente “Yo Soy”. Al dar dos pedaladas completas con una pierna puedes pronunciar internamente ‘Yo’, hacer una pausa de una pedalada, y al dar dos más de nuevo decir ‘Soy’. Puedes hacerlo un tiempo con la izquierda y luego con la derecha y al revés.

También puedes coordinar la respiración con la pedalada. Por ejemplo, al realizar dos pedaladas completas con la pierna derecha puedes inspirar diciendo internamente “yo”, luego hacer una pausa de una pedalada completa y espirar en dos pedaladas completas repitiéndote internamente “Soy”. Debido a la diferencia de la cadencia de la pedalada que suele haber a lo largo del camino, puede resultarte complicado en ocasiones. En ese caso no te preocupes. Coordina la respiración con ‘yo soy’ cuando puedas. Puedes hacer variaciones para ajustar los tiempos y las cadencias a las características de tu recorrido y de tu bici.

Desde ahí, una vez sientas que te encuentras centrado en ti mismo/a, puedes empezar a abrirte al entorno y empezar a mirar el camino como si tus ojos fueran las ventanas a través de las que te asomas y recibes la luz del mundo, y los oídos los sensores a través de los que recibes los sonidos de la realidad.

Lo mismo puedes hacer con los pensamientos. Cuando desaparezca la sensación de conexión directa con el entorno, porque algún recuerdo/imaginación te lleve de su mano, puedes atender también ese pensamiento. Se trata de algo que estás haciendo en ese momento: percibir la realidad, pedalear, notar el pensamiento.. Ésta es una buena manera de recuperar la autoconsciencia.

También podemos jugar con la percepción, y darnos cuenta de cómo evoluciona el paisaje, la luz, el roce del aire… mientras nuestra conciencia permanece. Estamos quietos encima de la bici mientras todo cambia. Nuestro instrumento nos acompaña y es como si nuestras piernas movieran la realidad. Estamos quietos moviendo las piernas, y gracias a eso el mundo se mueve delante y a nuestro lado.

En este punto es importante bajar la velocidad para reducir el riesgo de que como consecuencia de la velocidad se den peligros en el camino que nos saquen de la meditación y de la conciencia de nosotros/as mismos/as pedaleando.

Y recuerda que siempre encontraras un lugar donde parar y percibir las sensaciones corporales y mentales que se te han quedado impregnadas durante el pedaleo meditativo, o hacer unos buenos estiramientos junto con una buena inspiración completa que activa la sonrisa interna para poder seguir con alegría la ruta.


Tomado de MeditARTE

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